lunes, 9 de marzo de 2015

Caminando entre sombras 4

Abres los ojos una vez más. 

Una vez más, te topas solo con oscuridad

Empapada por las tuberías rotas agradeces que sea agua potable. Lo cual no hace menos desastroso el estado del lodo en el suelo de la habitación. 

Tienes frio, y no quieres prender tu celular, ya está la batería baja, y puede ser que sea tu única salida.

Tu mente trabaja lentamente, le cuesta procesar los ruidos del entorno. Estabas ensoñando alegremente la tarde del día de ayer, pero algo te trajo de vuelta a la realidad.

Es la voz de Roman, te llama a gritos desde el exterior, tu mente parece volver al fin del estupor mientras la conciencia de lo desesperado del presente revive.

Intentas gritar de vuelta para descubrir tu voz ronca, por lo que te parece una eternidad aclaras tu garganta para devolver el llamado…

Hasta que escuchas su voz al otro lado de la puerta, clara y estresada. Del tipo que delata que las cosas no están bien, pero no quieren preocuparte con los detalles…

Roman te explica rápidamente que no hay bomberos a la vista todavía, y que los designados personal de emergencias del edificio ya lo consideraron evacuado.

Él se coló corriendo porque nadie más sabe dónde estás y porque el líder del staff de rescate del edificio se negó a entrar o a ordenar a alguien que lo hiciera.

Escuchas como forcejea con la puerta, mientras sientes mucha de la desesperación y terror que has mantenido a raya hasta el presente.

Sientes que el tiempo se agota…


¿Qué sucede a continuación?

martes, 3 de marzo de 2015

Janice 4

¡Te encontraron!

Es lo primero que te viene a la mente, están aquí, en el tendido eléctrico, en el viento. 

Por un par de segundos que se perciben eternos, la recepcionista del hotel te observa buscando respuestas a preguntas que no caben ahora en tu cabeza. 

Te preguntas como te encontraron, quizás tanto como te preguntas porque no lo habían hecho antes. También te preguntas si el conductor de esa pipa esta confabulado con ellos de alguna manera. 

Te preguntas si tiene sentido alguno el correr. 

Y te trae de vuelta a la realidad ver el amplio trasero de tu ex interlocutora salir de la construcción corriendo con sus cosas. 

Como si fueras extraída de tu propio ser, te observas regresar a tocar puertas. Con un tono neutro y claro adviertes en cuanto contestan:

"Hola, hay peligro de explosión, por favor abandone el edificio"

Al espectador podría parecerle claridad, tu sabes que es el único tono de voz que puedes hacer antes de romper en llanto. 

El cable latiguea y el primer chispazo se deja oír.

En tu mente, ajena y distante al presente, haces cuentas ociosas, te preguntas: ¿Esa primera chispa será guiada por el viento al combustible? ¿Si el tanque explotara como en las películas?, ¿Cuál sería el daño?, ¿demolería el edificio o solo destruiría ventanas?, ¿comenzaría otro incendio?, ¿que no aprenden?

El último cuarto ha sido advertido, el mundo no está en llamas y sales caminando con parsimonia fuera del edificio. 

En el exterior puedes ver a un automóvil destartalado arrancar y partir. La recepcionista apenas concluye su huida, lo cual contrasta con la prisa con la que salió del edificio hace ya tiempo que te abandono a la tarea de avisarle a los otros clientes. 

Ves salir a las primeras personas del hotel, y partes, ahora está en sus manos hacer algo por sí mismos, y tu presencia sobra. Mientras te alejas, escuchas aproximarse a los bomberos, y algo en tu interior empieza a relajarse. 

Te alejas a pie del hotel, y luego del pequeño pueblo, tienes todavía a quienes encontrar y no puedes detener tu marcha. Además jurarías que escuchas al viento aullar molesto por las calles a tu alrededor, demandando que le pagues la sangre que le acabas de quitar, te alejas de otros que pudieran ser víctimas solo por estar en mal momento y mal lugar.  

O quizás solo es el viento de la madrugada, agitado y en movimiento. Acariciándote con una insistencia que te confunde, en una forma en que es difícil distinguir si son los manoteos inconsecuentes de un niño molesto, o las caricias torpes de un amante ansioso. 

-Finalmente las pequeñas corrientes te llenan de una calidez grata-

Ninguna de las anteriores, supones; Las personas que llegas a ver a estas horas, responden con temblores y expresiones de angustia a ese contacto. Y te das cuenta que en realidad el viento es un hombre grisáceo de vista, de tacto y de espíritu. Y que solo tú puedes sentir ese otro lado del mismo. 

Caminas con el constante miedo a escuchar la detonación que se prometió, recapacitando sobre lo acontecido, respondiendo o refinando tus preguntas mientras miras con atención el camino; Buscando pistas del enemigo. 

Pero esta noche parece que ha agotado sus amenazas.


Es una verdadera sorpresa el momento en que con la llegada del alba encuentras a tus amigos. Todavía demasiado en shock para entender (o preguntarte) como recorriste 40 kilómetros con campo traviesa en solo cinco horas. 

*Fin tentativo*