viernes, 25 de septiembre de 2015

La sombra andante 3

Cuando llegas al edificio donde acampan, te das cuenta de que tus manos están casi inservibles, el esfuerzo seguido del frio hace que básicamente no puedas hacer nada sin ayuda visual por el entumecimiento, y hace que todo contacto sea doloroso. 



Todavía recuerdas cuando encontraste por primera vez al chibasreal al borde de la hipotermia hace ya algunos años. 

Gracias a el encontraste este lugar y a su media docena de habitantes. Chiba se fue hace ocho o diez meses, sin decir adiós y viajando ligero. 

Siempre hablo de dejar la ciudad y vivir de algún pedazo de tierra. Nunca pensaste que hiciera jamás algo distinto a la rutina. 

A lo largo de los años la población de este lugar ha permanecido estable, aunque no sean los mismos rostros, hay una homogeneidad en la miseria y en el desamparo que te ha permitido tratar con cada generación manteniendo los problemas al mínimo. 

Esta vez, el lugar esta vacío, las cosas evidenciando que no deben estar lejos no se molestaron en guardar sus cosas, tampoco hay signos de problemas. 

Al final encuentras un Sofá medianamente cómodo cerca de donde debe ser su área de convivencia. 

Te abrigas y esperas, la noche los traerá de vuelta con frio, y si no es así, no quieres perder dedos como el chibas aventurándote a encontrarlos. Tomas el celular misterioso, es hora de hablar con Cabre.

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Construcción de aliado:

Cabre es un dealer extraño, vende producto de calidad consistente (no bueno) a buen precio, sin embargo sospechas que debe tener algún oficio alternativo. Pues no suele ostentar dinero a pesar de parecer tener un buen negocio.

También es alguien que suele tener peticiones extrañas, y pagar con comida, información o drogas, según sea el caso. 

Construye tu propio dialogo con él, se consiente de que es el mundo de tinieblas y las cosas buenas cuestan, las malas, pues, es mundo de tinieblas, solo son normas.

Si tienes algún amigo que quiera interpretar al dealer, se vale y quizás ayude. Siempre podemos darle lineamientos y que interprete al personaje, de nuevo, es libre. 

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Este post viene de  

http://trascendiendoande.blogspot.com/2015/09/la-sombra-andante-2.html?showComment=1442376512188#c5375073206597375604

Mientras me dirijo a el grupo de vagabundos intento buscar la manera de llamar a catre y rogarle que se encuentre conmigo antes de las 12 horas estimadas.


martes, 15 de septiembre de 2015

Escapando al twilight.

La estructura del plano se sostiene.

La he construido con suficiente ahínco. 

Es un periodo de transición. El universo, impávido ante la existencia de sus elementos, es susceptible de ser navegado por nosotros.

Los conceptos de movimiento e identidad no son ampliamente dominados por nuestra cultura. El enfoque moderno carece de la perspectiva para hacer uso de ellos. 

Es una fortuna que (la cultura) no me haya permeado. 

Es hora. 

Aspirando lentamente, me lleno de lo que me rodea. 

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Mi santuario me provee de seguridades admirables, pero necesito mas que concreto y runas. 

Aspiro al movimiento.

Comienzo en ritual. 

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Extiendo mis brazos, el derecho apunta al norte, el izquierdo al sur. 

Visualizo a uroboros, la serpiente del mundo, manifiesto a la ciencia moderna a través del magnetismo, dándole dirección a todos los compases y protegiéndonos de las fluctuaciones de otros titanes en el espacio. 

Le permito transitar a través de mí, me permito sintonizarme a sus energías. 

Respiro lenta y conscientemente, necesito una profunda relajación para cruzar sin contratiempos. 

Sus energías empiezan a erizarme la piel, siento la fuerza de su certeza inundarme. Siento su protección y sus demandas imprimirse en mi piel.

El principio del movimiento es fuerte en el, el flujo. Estoy listo para el siguiente paso, inclusive ansioso por tomarlo. 

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Mis ojos concluyen su descanso, los abro lentamente para encontrarme de frente a al sello, un dije tallado de la corteza del ultimo árbol sagrado de los nativos de esta tierra. 

Describiendo una escena de adoración, se observan trazos detallados aludiendo al sendero a la tierra, un lugar del que las raíces de los arboles sagrados derivan la capacidad para la vida. 

Es difícil controlar mi cuerpo, los humanos no somos buenos conductores de los otros planos, tengo que disociar mi sentir para permitirme la transición.

Descanso mis manos en las esferas, Plomo y Cobre para traer los mundos más cerca, desechos de la manufactura descartados para incrementar la resonancia.

Finalmente, el trance de muerte. Energizado y al tiempo profundamente miserable me incorporo. 

Y con una exhalación, camino entre los muertos. 

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Menuda sorpresa se darán cuando intenten seguirme. 

La sombra andante 2


Volver no es sencillo. El camino a casa es largo, quizás solo la ira te da la fuerza, ira contra ti mismo y contra la sombra que hirió a Mercutio.

Un espíritu que hacía mucho te había abandonado despierta en tu interior.

Transitas rápidamente, a través de las calles oscuras y frías. El viento helado de un octubre inclemente te cala los huesos. El dolor omnipresente, te es irrelevante.

Esta hambre de venganza, furica, te acompaña. Por una vez después de mucho tiempo existe en ti cabida para algo distinto al placer y el dolor.

Tus extremidades aúllan, frías, cansadas por el esfuerzo, amplificadas por la falta de heroína, pero la furia te lleva con fuerza a través de la ciudad helada.

Te lleva con fuerza a atravesar las bodegas derruidas de la antigua zona industrial. No te detienes a dar rodeos, o cuidarte de las sombras, solo te detienes al final de tu recorrido. Cuando encuentras el cuerpo inerte, inflamado y rígido de Mercutio. Y tu furia se convierte en un vacío.

Te das cuenta que una jeringa cuelga del costado de su cuello.

Recuerdas entonces como en el estupor absoluto de tu propio viaje, fuiste capaz de encontrar en él una arteria y de darle una muerte indolora...

Todavía queda algo en la cámara de la jeringa, por un momento vuelve a ti la conciencia de que debe ser suficiente para una sobredosis. Usaste todas tus reservas en este acto.

Con pesar y un sufrimiento que no puedes más que sentir que mereces, haces una tumba para tu difunto amigo.

Helado, tú mismo frente a su tumba tiemblas conforme el calor del esfuerzo realizado se disipa.

Hacia más tiempo del que puedes recordar de que hicieras algo distinto a la rutina de la heroína. Tanto que no te habías encontrado en esta posición (sin reservas) por meses, quizás un año ya. Un escalofrío te recorre, conforme prestas atención al dolor que punza cada vez más fuerte en ti.

Sin embargo, te sientes apremiado a buscar, investigar, preguntar. Alguien debió de haber visto lo que sucedió esa noche. Alguien que estuviera atento a este mundo.

Sabes que tienes poco tiempo. Emprendes la caminata.

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Hay tres posibles fuentes de información.

El primero es un pequeño grupo de vagabundos que habita las mismas ruinas.
El segundo es un cuerpo de vigilantes que de cuando en cuando ronda la zona.
El tercero son los vendedores locales, que si bien no están dentro de la zona abandonada, podrían saber algo.

Si la experiencia de abstinencia de hace un año es referencia, calculas que tienes menos de 12 horas antes de perder el control.

Que harás?

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Este post nace de

http://trascendiendoande.blogspot.com/2015/09/la-sombra-andante-1.html

Comentario


Daniel Hernandez Niva4 de septiembre de 2015, 11:26 a. m. Regresar hasta el cuerpo de Mercutio para darle un ultimo adiós,..no planeo llamar a Catre, si en verdad lo lego a necesitar el síndrome de abstinencia me obligara a arrastrarme hasta el. Siento una sed de venganza ciega, quisiera apuntar mi dedo al asesino de Mercutio y cobrarle con sangre su muerte, pero aun que lo tuviera en frente no lo reconocería, solo recuerdo sombras, no puedo evitar ver mi reflejo y pensar que sin importar quien violentara a mi compañero con tremenda sevicia, el único verdadero culpable soy yo, yo y las agujas.