sábado, 21 de febrero de 2015

Caminando entre sombras 3.5

La mujer grita, la mujer en tu cabeza, de ojos color café, labios delgados y cabellera artificialmente castaña.

Sus palabras son indistinguibles, combinaciones azarosas de sonidos, en tu mente puedes verla agitando sus brazos gesticulando ampliamente, ¿el mensaje?, terror, promesas de muerte. 

Te preguntas porque están estas imágenes en tu mente, ¿quién es esa mujer y porque la recuerdas? 

Te encuentras tan débil y confundida que no puedes discernir si realmente la recuerdas, o si es un invento de tu imaginación, una escena de película recordada, o solo el producto del caos y desesperación actual.

Intentas pensar en la vida, la muerte, o algo que te sea útil en el presente. 

Pero tu mente regresa a cosas triviales. 

Recuerdas con claridad el paquete que recibiste ayer. Al fin te decidiste a empezar seriamente tu carrera como acumuladora. 

O eso ese era el pensamiento dominante cuando compraste en internet ese vestido victoriano, junto con un camafeo de su dueña y un par de libros de cabecera de la época. 

Siempre te han fascinado esas cosas, las que fueron hechas con un contexto y función en mente, pero de alguna manera lo trascienden por virtud de seguir existiendo cuando su tiempo ha pasado. 

Tan pronto como las liberaste de su embalaje moderno y crudamente plástico, te sentiste como un ser extraordinario, capaz de trascender tiempo y espacio hasta poder acompañar a la mujer que te mira desde el camafeo.


Por un minuto te permites fantasear con que preparas ese vestido para tu amiga en la habitación de al lado, liberas un pequeño buro para poder colocar ahí los libros Les Evangiles des Quenouilles (el evangelio de la rueca) y Modern Painters (pintores modernos… allá en 1843). Alistas el vestido en el respaldo de una silla y estudias las costuras, bordados y capas de las que está conformado….

1 comentario:

  1. Los ruidos del otro lado de la maltrecha puerta te sacan de los recuerdos. Unos hombres, luego de derribarla, te apuntan con lámparas cegándote y aunque lo intentas, no alcanzas a ver sus rostros, ¿tienen uniforme? ¿son confiables?
    Uno te toma por debajo de los hombros y con fuerza tira de ti para casi arrastrarte hacia afuera, a un pasillo tan destruido como el sitio anterior. Un estruendo de nuevo, te siguen arrastrando y sólo quieres saber qué pasa.

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