La mujer grita, la mujer en tu
cabeza, de ojos color café, labios delgados y cabellera artificialmente
castaña.
Sus palabras son
indistinguibles, combinaciones azarosas de sonidos, en tu mente puedes verla
agitando sus brazos gesticulando ampliamente, ¿el mensaje?, terror, promesas de
muerte.
Te preguntas
porque están estas imágenes en tu mente, ¿quién es esa mujer y porque la recuerdas?
Te encuentras tan débil
y confundida que no puedes discernir si realmente la recuerdas, o si es un
invento de tu imaginación, una escena de película recordada, o solo el producto
del caos y desesperación actual.
Intentas pensar en
la vida, la muerte, o algo que te sea útil en el presente.
Pero tu mente
regresa a cosas triviales.
Recuerdas con
claridad el paquete que recibiste ayer. Al fin te decidiste a empezar
seriamente tu carrera como acumuladora.
O eso ese era el
pensamiento dominante cuando compraste en internet ese vestido victoriano,
junto con un camafeo de su dueña y un par de libros de cabecera de la época.
Siempre te han
fascinado esas cosas, las que fueron hechas con un contexto y función en mente,
pero de alguna manera lo trascienden por virtud de seguir existiendo cuando su
tiempo ha pasado.
Tan pronto como
las liberaste de su embalaje moderno y crudamente plástico, te sentiste como un
ser extraordinario, capaz de trascender tiempo y espacio hasta poder acompañar
a la mujer que te mira desde el camafeo.
Por un minuto te permites fantasear
con que preparas ese vestido para tu amiga en la habitación de al lado, liberas
un pequeño buro para poder colocar ahí los libros Les
Evangiles des Quenouilles (el evangelio de la rueca) y Modern
Painters (pintores modernos… allá en 1843). Alistas el vestido
en el respaldo de una silla y estudias las costuras, bordados y capas de las
que está conformado….
Los ruidos del otro lado de la maltrecha puerta te sacan de los recuerdos. Unos hombres, luego de derribarla, te apuntan con lámparas cegándote y aunque lo intentas, no alcanzas a ver sus rostros, ¿tienen uniforme? ¿son confiables?
ResponderBorrarUno te toma por debajo de los hombros y con fuerza tira de ti para casi arrastrarte hacia afuera, a un pasillo tan destruido como el sitio anterior. Un estruendo de nuevo, te siguen arrastrando y sólo quieres saber qué pasa.