Tomas tu calsado en manos para bajar las escaleras, no quieres despertar a nadie, es demasiado temprano para la gran mayoria.
Mientras deslisas tus pies por la duela, no puedes evitar sentirte nerviosa, un colateral de la emoción de las travesuras infantiles que cometiste en el pasado, tiempo en que dedicaste una prodigiosa cantidad de atención a conocer cada tabla y rechinido de tu casa para poder evadir la atención de la nana, tus hermanos, o peor... tu madre.
Al entrar al jardin, los recuerdos de temor se evaporan, son las 5am ya, y sabes que no queda mucho de esta luna, sin pensar mucho en el frio, o en lo inadecuado de tu calsado, comienzas a dar pasos tentativos.
Al lado de el estanque de las tortugas hay un amplio eslabon de piedra, tallado a modo de podio o asiento segun la necesidad, con el cobijo del silencio, bailas una vez mas algo apropiado para el momento.
Nisiquiera la mirada de reprobación de tu madre podria romper este momento. No es que te des cuenta de ella, mientras bailas con espiritu, descuidando la forma.
Sera mejor que recuerdes este momento. Porque, mas tarde, habra cuentas que pagar por estas libertades.